La Moncloa parece el desquiciado camarote de los Hermanos Marx.
Sánchez no ha sido capaz de calcular el alcance de un drama nacional, y ha estado más preocupado por su propia imagen que por la seguridad de los españoles.
Pablo Iglesias, que ahora si quita el sueño al desautorizado Sánchez. Basta verle la cara y la sequedad de boca en televisión al líder del PSOE, para concluir que ya no duerme.
Y no lo hace porque se le ha ido a la mierda el sinuoso plan que había urdido con su gurú Ivan Redondo para seguir durmiendo en Moncloa y para el que confiaba en proetarras, separatistas catalanes y zarrapastrosos de todo pelaje.
La improvisación es la seña de identidad de un Ejecutivo incompetente, que lleva semanas subordinando la sensatez a la improvisación sistemática y que se ha acostumbrado a convertir la política en un circo.
Lo ocurrido en La Moncloa es de una irresponsabilidad criminal y la presencia infecciosa del líder de Podemos, unida a su negativa a asumir medidas económicas que intenten salvar a las empresas españolas de una quiebra masiva y a millones de trabajadores del inclemente paro, merecería su destitución por parte del jefe del gobierno.
Como sentenciaba Carlos Herrera si el problema es Iglesias, que Sánchez tenga pelotas para cesarlo y se deje de monsergas.
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