Deshumanizar a las personas. Anonimizarlas. Cosificarlas.
Lo importante en la vida pasa a ser “la salud pública”, “el estado”, “el interés general”, “la economía”, “el control de la población y la epidemia”.
Las personas pasan a ser una mera pieza de un engranaje colectivo y no sujetos de derechos y obligaciones.
Los “trabajadores esenciales” se revisten de protección “oficial” y son solo una pieza del engranaje -solo obedecen órdenes y cumplen con su obligación-, y las “personas no esenciales” desprovistas de todo derecho solo tienen que obedecer.
Para marcar más los roles, se emiten infinidad de instrucciones confusas, contradictorias y humillantes.
El carcelero se sentirá satisfecho cumpliendo y obligando a cumplir y el preso se sentirá seguro obedeciendo.
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Puedes ir al supermercado a comprar comida, pero no puedes comprar otras cosas -cazuelas, ropa, herramientas-.
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Puedes Ir a comprar tabaco -es de primera necesidad-, pero no puedes salir a fumar a la calle.
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Puedes encargar una pizza a domicilio, pero solo puedes comértela en casa.
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Todos los ciudadanos son sospechosos y posibles contaminantes, excepto el personal esencial. El personal esencial no puede contagiar a nadie.
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Las personas no pueden caminar juntas por la calle ni agruparse para charlar, salvo si eres personal esencial.
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Se suspenden fiestas y reuniones multitudinarias, salvo que sea en la puerta de un hospital y por personal esencial para autoaplaudirse.
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Hay que guardar una distancia mínima de seguridad de 1 metro, o de metro y medio, o de dos metros, salvo si estás en un supermercado donde las distancias son imposibles porque cada lineal tiene una anchura inferior a dos metros.
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Hay control de aforo en las tiendas pero no en los supermercados.
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Puedes usar el ascensor, aunque sea comunitario y nadie lo limpie entre uso y uso.
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Debes utilizar guantes y mascarilla aunque con ellos puedas transmitir la enfermedad a otros por el mal uso. Si toses en tu mano puedes transmitir virus con la mano. Si toses en el guante, estamos salvados.
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Con lavarse las manos, es suficiente para matar a virus, pero la ropa debe lavarse a 60º.
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El calzado es mejor dejarlo fuera de casa, en la puerta. Eso sí, las mascarillas y los guantes se pueden meter en casa y reutilizar hasta que se caigan de roña.
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El virus se muere con el sol y el calor, pero necesita ser fumigado por las calles con no se sabe qué, pero que solo mata al coronavirus y no mata nada mas. Son fumigaciones selectivas…
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Puedes ir a comprar y no guardar la distancia de seguridad ni la reducción de aforo en un supermercado, pero no puedes ir a un culto religioso, a un entierro o a una manifestación, aunque se cumplan normas de prudencia sanitaria. Si eres musulmán, sí pueden reunirte y celebrar tus fiestas.
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No se puede pasear, circular por el campo o por la playa.
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Si caminas solo por el monte, eres un peligro de salud pública.
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Si nadas en el mar, puedes suponer un riesgo para otros.
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Prevenir o tratar la enfermedad o síntomas con remedios caseros, naturales o con terapias alternativas no está entre tus posibilidades por razones de salud pública…
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No hay ningún tratamiento “aprobado” que puedas tomar.
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Alguien decide arbitrariamente qué actividades son esenciales y cuáles no.
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Puedes dormir con tu pareja pero no puedes salir a la calle con ella o viajar en el mismo vehículo.
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Las normas de confinamiento son las mismas para poblaciones pequeñas que para poblaciones grandes, para zonas de enfermedad masiva y para zonas donde casi no hay incidencia.
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Dentro del coche hay que guardar la distancia de seguridad, salvo si eres personal esencial…
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No se puede viajar fuera de la provincia.
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Puedes moverte 200 km en provincias como Burgos, pero no puedes moverte casi 50 km en provincias como Vizcaya.
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Puedes tener contacto con más personas en 1Km en Madrid que en 50Km en Zamora.
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Tu hospital, comisaría o juzgado más cercano, puede estar en otra provincia, pero lo importante son los límites territoriales.
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El confinamiento es igual para sintomáticos, asintomáticos y sanos.
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El confinamiento es igual para poblaciones de muy alto riesgo -ancianos- que para los de muy bajo riesgo -niños-.
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No es necesario hacer ninguna prueba clínica para diagnosticar a un paciente.
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Toda presunción es prueba en enfermedad o de lo contrario.
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La enfermedad está causada por un virus que no se ha aislado en origen y que no se identifica en cada caso.
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La enfermedad se transmite por el aire sin que se haya aislado el virus en ninguna de las gotas de “pfluge” que emitimos al hablar, respirar o toser.
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No hay ninguna evidencia científica real que demuestre que las mascarillas sirvan de algo.
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Una nueva fórmula para acabar con la pandemia es la fumigación.
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Nadie explica qué es lo que se fumiga ni qué eficacia tiene ni qué efectos adversos puede tener para el medio ambiente o las personas.
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Hay que usar mascarilla y guantes, incluso aunque no exista evidencia de que sirvan de nada sino todo lo contrario.
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La mascarilla y los guantes se convierten en vectores de expansión de la enfermedad.
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Se imposibilita todo ejercicio físico y paseo, cuando son medidas higiénicas que son positivamente beneficiosas.
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Va a haber un rebrote de la enfermedad, sin que exista ningún dato o experiencia para afirmar tal cosa.
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Los test que se están empleando ni son fiables ni específicos.
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El nivel de falsos positivos y falsos negativos, hace que los test no sirvan para nada.
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La solución única es una vacuna aunque no hay ningún dato o experiencia de vacunas contra coronavirus en humanos.
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Sociedades filantrópicas opacas coordinan la creación e imposición de la vacuna, sin ningún tipo de supervisión control o transparencia.
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Es muy importante acabar con la pandemia aunque no se acerca ni de lejos a los 120.000 muertos por cáncer.
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El cáncer no motiva ni una sola medida de salud pública.
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El muy importante acabar con las muertes pese a que en España mueren 59.000 personas por causas directas, indirectas, activas y pasivas del tabaco.
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El tabaco y otros tóxicos ambientales, no mueven ni una sola medida de salud pública.
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No existen medidas preventivas, porque lo importante es tratar la pandemia.
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No existen tratamientos eficaces ni se pueden probar.
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Todo tratamiento permitido está en manos del Gobierno.
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No hay alternativas.Los pacientes no pueden quedarse en casa y recibir cuidados domiciliarios. Tienen que ir al hospital. O no. Depende.
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En el hospital se les aísla de sus familiares por motivos de salud pública.
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Se suspenden los derechos al consentimiento informado.
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Se impone un sistema de eutanasia activa involuntario con un fundamento eugenésico.
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Se incineran los cadáveres sin razón científica y sin el consentimiento de los pacientes y familiares.
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No se hacen test ni comprobaciones ni autopsias a los fallecidos.
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Se hacen experimentos involuntarios con distintas medicaciones sin seguir protocolos de investigación.
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Se publicita, estimula y permite la fabricación de respiradores por empresas sin experiencia a sabiendas de que pueden ser mortales. Mucha presión, poca presión o frecuencias desacompasadas pueden matar al paciente, pero eso no importa.
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Se publicita, estimula y permite la fabricación de mascarillas por empresas sin experiencia y con materiales diversos. Lo importante es que parezcan mascarillas y no que sirvan de barrera efectiva.
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Se liberan organismos genéticamente modificados para luchar contra la pandemia sin seguir las normas básicas y legales de seguridad.
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El estado de alarma no supone eliminación de derechos fundamentales pero los anula.
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Se trata de un problema de salud púbica pero en lugar de utilizar la Ley General de Salud Pública o la Ley Orgánica de Medidas Especiales en materia de Salud Pública se decreta un estado de alarma.
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Los políticos que son incapaces de gobernar mediante consenso, que no son capaces de aprobar presupuestos desde verano de 2017, que han mentido y corrompido en todo tipo de negocios y que han parasitado la justicia, nos van a salvar.
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Los internamientos involuntarios, coactivos, son irregulares y sumarísimos.
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A pesar de que los partidos no se ponen de acuerdo en las cosas más básicas, todos han llegado al consenso de destruir el país como fórmula para combatir la pandemia, sin debate político de ningún tipo.
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Ningún partido muestra, debate o enmienda ni un solo documento oficial -si es que existe-.
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Como medidas de salud pública se habla de diagnósticos involuntarios, de confinamiento de asintomáticos, de vacunación forzada, junto con medidas tan sorprendentes como ocupación de viviendas deshabitadas, requisado de bienes y materiales, nacionalización de empresas…
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Los funcionarios que no han acabado con el cáncer, el sida, la gripe, las listas de espera o la corrupción farmacéutica, nos van a salvar.
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Las medidas de confinamiento están funcionando, pero nadie explica por qué en países donde el confinamiento no es estricto o ni siquiera hay, no hay más contagios ni más muertes.
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Se abandona a los ancianos y a las residencias y se investiga penalmente las muertes que ocurren fuera del hospital.
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No se investiga ninguna muerte dentro del hospital.
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Hay que controlar la falsa información y los bulos a través de la censura y el acoso. Nadie acredita que la información oficial sea veraz.
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Los medios de comunicación son financiados por el Gobierno.
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Los medios que financia el gobierno muestran las incongruencias y noticias disonantes.Los medios divulgan noticias que tienden a atemorizar a la población con el virus y con el Gobierno.
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Empobrecer a un país hasta el límite (un 20% de deuda más en tres meses, -120% del PIB-), es la nueva fórmula para combatir las pandemias.
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Nadie contabiliza las muertes “colaterales” que causa el estado de alarma por otras enfermedades no tratadas, por pérdida de oportunidad, por iatrogenia o por suicidio.
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Nadie contabiliza el daño moral y mental que causan las medidas policiales, crisis nerviosas e internamientos y tratamientos involuntarios psiquiátricos.…
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Este cúmulo de patentes incongruencias son mostradas por los medios de comunicación sin ningún sonrojo consiguen dos efectos.
El primero mantener la tensión entre miedo y esperanza, dos sentimientos ficticios y artificiales sustentados en las “evidencias” que se ven en la tele.
Con esas emociones se tiende a infantilizar a la población y facilitar que asuman un rol concreto -persona esencial autoritaria, persona no esencial sumisa-.
El segundo de los efectos es el de descubrir y humillar todo tipo de disidencia. Es difícil mantener la boca callada con tanta estupidez: te pillan, y eres un “terraplanista”, un “antivacunas”.
Quieras o no , tendrás que cumplir con las normas estúpidas que imponemos. El mundo se divide entonces en cuatro grupos cosificados
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A) El de la población sumisa, obediente y complaciente.
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B) El de la población esencial, autoritaria, balconazi, agresiva.
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C) El de la población disidente silenciosa, prudente, …cobarde.
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D) El de los payasos – mártires de los que todo el mundo se ríe y a los que todo el mundo insulta. Los payasos sirven para que el escarnio neutralice cualquier respuesta de otros grupos mediante “castigos ejemplares”.
FUENTE: Scabelum.com Leer la noticia completa PINCHANDO AQUI