REFLEXIÓN SOBRE UNO MISMO:
Por más que trates de agradar, de ayudar o de hacer “bien” las cosas, habrá gente a la que no le gustará lo que hagas. Y no le gustará hagas lo que hagas. Por ello, tu bienestar no puede depender de la reacción de la gente, sino de que tengas la conciencia tranquila y seas honesto contigo mismo.
Cada persona tiene una programación, una visión y unas expectativas sobre ti y sobre el mundo.
En esta época, hay muchas personas desorientadas, incapaces de gestionarse emocionalmente a sí mismas, dominadas por la incomprensión y la angustia, y en este tipo de personas las expectativas aumentan y el juicio fácil está a la orden del día. No caigas ahí. Simplemente comprende de dónde surgen esas reacciones y sigue tu camino. No es algo personal.
Tu labor consiste únicamente en conectarte contigo mismo y compartir tu paz. Desgraciadamente, no puedes salvar al mundo o cambiar el estado de ánimo de todas las personas con las que interactúas. Además, eso es responsabilidad de ellas y tú no puedes asumirla, pues en última instancia no depende de ti. Simplemente aplica tu comprensión, vuelve a tu paz y permite que la vida siga su curso. Realizando tu mejor aportación, pero desapegándote del drama emocional del entorno. Sin culpas. Sin exceso de responsabilidad. Permitiendo que se desplieguen los aprendizajes y las vivencias que se tengan que desplegar.
No ayudas (ni te ayudas) sumándote al drama o sufriendo gratuitamente por los demás, sino equilibrándote y manejando tu estado emocional. Esa es la mejor aportación que en este momento puedes realizar.