La resolución del Parlamento Europeo condenatoria del comunismo.
En nuestro país a todo aquel que se declara de derechas, que no acepta el sistema comunista y defiende el sistema capitalista, el libre mercado, el derecho a la propiedad privada, mostrándose contrario a convertir al Estado en una especie de Gran Hermano, es tachado, peyoritariamente, de “facha” “fascista” o “nazi”. El Estado se convierte en una especie de dictador que mete baza en todo lo que hacen los ciudadanos, les indica lo que pueden hacer o lo que les está prohibido, interviene en la economía y en la vida privada, se hace cargo de la educación fijando (como, por cierto, ha sucedido durante años en Cataluña), qué clase de enseñanza se ha de impartir y cuales son aquellas materias que hay que distorsionar o suprimir, para evitar que los alumnos se aparten de la “enseñanza oficial”. Este adoctrinamiento, tan propio del sistema comunista, intenta crear robots al servicio de la causa en lugar de permitir que sean los jóvenes los que puedan escoger entre distintas alternativas políticas con conocimiento de causa y en plena libertad.
Vean, no obstante, como nadie protesta cuando algunos pretenden darle un vuelco a nuestro sistema de gobierno, pretenden dar el “cambiazo” sin que a nadie se le ocurra objetar los métodos, los sistemas, lo que puede afectar a las libertades individuales y cuales pudieran ser las consecuencias de algo que ya ha sido experimentado y fracasado en ocasiones anteriores: el sistema comunista. A estos bolivarianos que nos han invadido y lavado el cerebro a una parte importante del pueblo español, nadie los califica abiertamente de “extrema izquierda” de “estalinistas” o “terroristas del pensamiento”. Debería inventarse un término para que los de derechas lo pudiéramos utilizar para responder cuando nos insultan llamándonos “fachas”, con epítetos que ayudaran a situarlos en el lugar que les corresponde, algo así como “chequistas” o “walteristas” ( un sádico judío alemán matarife y torturador de la checa de la calle Ganduxer de Barcelona, llamado Walter).
Por desgracia, en nuestro país ya apenas queda nadie que hubiera experimentado, aunque fuera sólo en lo que fue la posguerra de la Guerra Civil que tuvo lugar a partir de Julio de 1.936. Nuestra juventud, en general poco versada en Historia, ignora casi todo de lo que tuvo lugar entonces y, en consecuencia, es víctima propiciatoria de cualquier activista, agitador o vendedor de utopías, que quiera lavarles el cerebro para inculcarles ideas que luego, en la realidad, son tan peligrosas que son capaces de llevar a la ruina a una nación próspera o que aspira a vivir en paz. El ejemplo de lo que acaba de suceder en Venezuela, donde un pueblo empobrecido, venciendo todas las dificultades impuestas por la dictadura de Maduro, ha sabido vencer sus miedos y darle un sablazo a un régimen que los ha tenido oprimidos, confinados en la miseria, mientras les prometía toda clase de ventajas que, como se ha demostrado, nunca llegaban así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, nos lamentamos de que las mentiras de la izquierda, sus engaños y su ocultación de lo que realmente se esconde tras unos discursos de aparente impacto social, puedan acabar afectando a la vida de ciudadanos que lo que, en realidad pretenden, es tener trabajo, vivir en paz e ir progresando en un régimen de plena convivencia con sus conciudadanos, lejos de revoluciones, inventos separatistas u otras aventuras condenadas de antemano al fracaso y la pobreza.
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